miércoles, 23 de febrero de 2011

El acento del Poeta Álvaro Ruiz

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Poema de la gruta


Heme aquí en la gélida gruta
donde el sol es la puerta
que alumbra los primeros escalones 
que descienden a este suelo de piedra
donde el primer hombre bendice al último
en la oscuridad que antecede a la luz.

Me alimento de filtraciones y musgos incoloros
y recorro el universo palpando los muros
que llevan a otras situaciones primeras
como el de la mujer deseando subir
los peldaños que llevan al horizonte
curvo de la vida y la recolección.

Yo he querido guarecerme abajo                                                               
grabando las primeras escenas del hombre
sobre las rocas de este altar
con tintes de sangre y sacrificios violentos
de hombres que alzaron el vaho
hacia el cielo de una noche sin astros.

De una noche en los oscuros bosques
donde los troncos del alma suben al cielo
mucho antes de que Prometeo nos diese el fuego
que iluminó los rostros y alejó las sombras
de nuestra auténtica superstición que era                                                   
un dios oculto y vengador.

Encendí antorchas en cada cueva
y en la original enfermedad de seguir a la mujer
subí a la pradera y depredé a mi alrededor
de todos los metales fabriqué distintos cuchillos
los que utilicé en el degüello de animales
con cuyas pieles me cubrí.

Todo lo restante lo dice el entierro del pasado
voces de otros hombres que vieron el sol
que sumaron, adoraron y murieron                                                             
largándose en una barca aritméticamente abstracta
hacia el centro de la memoria
en un régimen axiomático gobernado por las dudas.

Que por antonomasia son exactas
Ya que la regla elude la confirmación
Y el universo que es trastorno continuo
Alumbra indistintamente los dos hemisferios
En la idea de una deducción a la velocidad de la luz
Ausente en los prados inmediatos del color.


Canción del marinero borracho 
Hacia la izquierda salió el sol entonces:
Del mismo mar surgía.
Y brilló con luz viva y luego, hacia la diestra,
En el mar volvió a hundirse.
Coleridge

De la vieja chabola irlandesa
¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!
Este es el último barco en cruzar la quieta bahía
Sin niebla
Cuando la cárdena luz que alumbra la cordillera
Se marcha más allá del horizonte
En un barco a vapor sin lista de tripulación
Con el marinero capitán  de pie sobre la cubierta
Comprobando a simple oteo si aún existen las sirenas que vio Ulises
¡Nada, nada! sólo las olas esmeraldas mi capitán
Grita el más sobrio de los marineros
Que tenía los ojos propios
De un náufrago a la deriva
Aferrado a un mástil lleno de sal
Y algas que comían con los peces pescados
Que atravesaban con el arpón del hambre
Y del mar inmenso e ingobernable.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!
Cantaba la tripulación entre sorbos de destilado
Resueltos, con la proa enfrentando las olas del west
Sobre las aguas donde las corrientes se unen y salta la albacora
Frente a Chile, mar adentro, en el Pacífico sur,
Albacoras espadas en ristre frente al arpón
Que de roja sangre tiñen el agua y la embarcación
Desechando ellos, los marineros, la espada que queda
Con el sello de la quiebra y la mala fortuna
En una lucha de códigos de navegación
Que en la sangre de sus venas corre con soñada muerte de alcohol
Regresando a puerto inquietos y salvajes de otra sed
Con mujeres hermoseadas que esperan y mienten
Apenas ellos los marineros regresan a la mar
Tal cual en otros puertos otros ojos
Ven al mundo por primera vez.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!
Que otra vez zarpa sin autorización
De la Gobernación Marítima de este Estado hacia la línea
Distante ocho kilómetros del ojo al horizonte
Donde los hijos de la puesta de sol mueren de amor
Y crecidos ya cuales arbustos salinos
Bajo el sol espléndido y oblicuo de su luz al atardecer
Miran hacia las cavernas de los zorros
En las praderas ocres a espaldas del mar
Y juran a la eternidad de las olas
Un amor como el de Dafnis y Cloe
Pastoreando sus voluntades de hierba nueva
Lejos de la rompiente y de los muelles del puerto
Como sueña el vigía de esta nave que atraviesa
El golfo de sus propias penas marinas
Siempre pensando en la bebida y en la tempestuosa furia de las aguas
En su inolvidable travesía por el convulso Estrecho de Magallanes.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!
¡Los Andes, Los Andes! gritan los desembarcados mientras recogen
A orillas de la gran madre oceánica
Moluscos desde antes depositados por la marea
En los cerros fósiles que fueron una vez bajo el mar
Metros arriba del nivel que hoy ocupa
Donde bebíamos todo el día y moríamos
Con el plexo hacia el sol
Heredando a las descendencias todo aquello
Que insiste en quimeras, navegaciones y mares que no existen
La leyenda, mientras respiro en un puerto subtropical
Donde los que llegan ya se van
Hacia los cerros de la infamia
Para desde lo alto observar los barcos y oír la voz que dice
¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!
Aquel que cantaba canciones irlandesas
Sin movernos de nuestras mesas en el mar.

¡Qué haremos con él!
Ahora en su barca cruzando Gibraltar
Recordando que la tierra fue plana
Que las aguas no caen al Hades
Vociferando ¡no teman caballeros andantes!
Que todo es más justo allá
Con una mirada curva puesta en el norte del Brasil
Donde el sol diviniza a la selva
Y el hombre se rige con la sabiduría cosmogónica
Del bien morir, como estrellas que se apagan
Plenas de vida y luz hacia el interior
Alumbrando la memoria de quien navegó
Y circunnavegó las bucaneras islas de la caña y el ron
Con la voluntad y valentía propia
De este hombre de mar en sus últimos instantes
Que en silencio murmura aquella vieja canción que dice
¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!

¡Qué haremos con él!
Anciano delirante que oteas el horizonte
Desde las rocas lisas frente al mar
Todo es mentira o imaginación
Viejo, solo, pobre y enfermo
Con una rama de cochayuyo en sus manos temblorosas
Preparando el espinel inmediato de los días
Triste, solitario y final
Elevando plegarias de susurros a alguien que no vemos
Y que de muy cerca habláis en medio de la niebla
De la vaguada costera lejos del sol
Que sintetiza el fenómeno neurológico
De ser una pestaña en el ojo del horizonte
Que trae barcos y especias de otros continentes
Con la nostalgia y el recuerdo nítido
De un amor en las sombras del corazón
Una línea negra que lo parte en dos.

¡Qué vamos a hacer con el marinero borracho!
Aquel trastornado que se fue con un pañuelo blanco en el alma
Hacia un cielo que sí existe
En el agnosticismo de la voluntad
Un lugar señalado y varias veces antes señalado
En la historia simple de los hechos
La luz del relámpago o de la luciérnaga
Contra la evidencia de ser
Un petroglifo en la memoria original
Que recuerda elementos que existieron
Y que volverán a existir mediante el ojo y el buen corazón.


Entre pestañas y la noche que amanece

Entre pestañas y la noche que amanece
Van quedando para el laboratorio del fotógrafo
Escenas difusas del día anterior
Instantes recapturados en la memoria del lente
Rollos de negativos sumergidos en líquidos amnióticos
Como en Blow up la reconstitución del crimen
El fotógrafo
Los ojos a través de la ventana
Imágenes de un parque centenario
Bandadas de aves atravesando el cielo hacia el sur
Hacia un Chile de bosques y espejos                                               
Entre las mismas difusas escenas del día anterior.


Arte Poética
A Cristián Ruiz

1

La poesía es un shock químico
Hija de la mudez, los alimentos y los ojos
Una alucinación que precede la idea del poema
Un sueño
El resplandor original del relámpago
Luz incolora y primera, blanca
Sobre los insomnes paisajes de la aritmética vivencial
Fundamentada a costa de permanente sinestesia ideológica
En el fondo de la desesperación
Los cinco lados del pentágono que nos dio la naturaleza
En aras de una totalidad
Única e indivisiblemente órfica
Lo restante son decires, teorías fragmentarias
Escuelas, dolores, geografías
Los malditos leen a los clásicos
Conocen el latín y lo llevan como anillo al (lenguaje)
Los románticos son rebeldes que murieron en paz
Sus furias fueron amores
Los poetas sobrevivientes del cristianismo son paganos
Llevan un halo original y olímpico
Los nuevos novísimos son modernos
Versificadores que aún no silban en el bosque
Ni reconocen la derrota extraordinaria
De olvidar al anónimo de Gilgamesh
Buscando su auténtica inmortalidad.

2

La idea es la columna vertebral del poema
El origen, el clima, la intención, el lenguaje
Las palabras, el color, el vestido, la danza y la música
La botánica, la geografía, las aritméticas
La medicina, la astronomía y el espejo
Colindantes absolutos de patio
Ciencias al servicio del engaño poético
De ser una voz que aún no canta en los bosques.

3

No sólo del corazón incólume de Shelley
No sólo del romanticismo byroniano se sirve el poeta
La poesía es antigua
Y sus producciones vastas y remotas
Grecia perdió a sus desconocidos.

4

La Poesía es un acto de transmutación
Un golpe desplazado
Que toca al hombre nacido bajo las Pléyades
Al hombre que hacia el azur
Mutatis Mutandis
Traspasa todas las zonas y significaciones del dolor
Al caminante inmóvil que es memoria genética
Por senderos imaginarios hacia el logro
Plenitud gestada en la naturaleza de una inteligencia universal.


Álvaro Ruiz. Ottawa, Canadá, 1953. Reside en La Serena, Chile, donde dicta taller de Literatura y Creación Literaria en la Universidad Católica del Norte, sede Coquimbo.
Libros publicados: Dieciocho Poemas. Santiago, 1977. A orillas del canal. Santiago, 1982. Es tu cielo azulado. Santiago, 1989. Casa de Barro. Santiago, 1991. La Virgen de los Tajos. Santiago, 2001. Poemas del Sol. La Serena, 2007. Cola de Gallo Poemas. Santiago, 2010.
Antologías: Nueva York 11. Poesía Chilena. Editorial Galinost. Santiago, 1987. Cartas al Azar. Ediciones Ergo Sum. Santiago, 1990. Muestra de Literatura Chilena. Congreso Internacional de Escritores “Juntémonos en Chile”. SECH – PRED. Santiago,  1992. Veinticinco años de Poesía Chilena. Editorial del Fondo de Cultura Económica. México – Chile, 1996. Viven. Periplo de poetas de Chile. Ril Editores y Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Santiago, 2002. Vagabundos de la nada. Literatura Chilena Contemporánea. Ediciones Caligrafía Azul. Libros La Calabaza del Diablo. Santiago, 2003. Poesía Chilena Desclasificada. Editorial Étnica. Santiago, 2006. Poéticas de Chile. Chilean Poets on the Art of poetry. Edición bilingüe. Editorial Étnika. Santiago 2007. El lugar de la memoria. Poetas y narradores de Chile. Editorial Ayún. Santiago, 2007. Antología Poética Generación del ochenta. Mago Editores. Santiago, 2010.
Otras publicaciones: 1995: Publicación del libro “Taller Interior”. Selección y prólogo. Antología de Taller. Casa de la Cultura Oaxaqueña. Oaxaca, México. 1996: Publicación del opúsculo “La Virgen de los Tajos”. Instituto Oaxaqueño de las Culturas. Oaxaca, México. 2006: Investigación y publicación del libro Correspondencia  con Juan Cristóbal. Cartas y postales del poeta chileno Jorge Teillier a su par peruano Juan Cristóbal. Introducción y notas. Ediciones Clásicos del Pacífico, Lima, Perú. Agosto de 2006. 2010: Publicación relato “Una temporada en la Pampilla”.Centro de Estudio de la Imagen Fotográfica. Santiago, 2010.
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