viernes, 4 de marzo de 2011

El Matadero de la Calle Franklin

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Todos los Sábados Mamá me invitaba a acompañarla... a ese territorio fascinante para mi que se llamaba..."El Matadero"... en la Calle Franklin de Santiago... me tomaba de su mano... donde cabía la mía pequeña... y palpaba su textura tibia de piel hermosa, suave y segura... Entrábamos siempre por la gran puerta de madera de la calle Arturo Prat... donde las floristas nos mostraban las maravillosas flores que compraríamos al final de nuestra aventura ... Si, porque para mi era una aventura bien venida y siempre distinta... donde descubría universos que han perdurado en mi mente a través del tiempo transcurrido... Nuestra primera parada era donde Margarita, la verdulera, mujer hermosa de cabellos oscuros... que siempre estaba con su amante que se llamaba Marta... en su puesto encontrábamos los rojos tomates marcusianos... los tímidos rabanitos comunistas... los soldadescos espárragos rortyanos... el repolludo repollo cartesiano... los amarillos y lechosos choclos cristianos... la penca verde cortada en cuadritos picassianos... el apio majestuoso lacaniano... las alcachofas clavantemente espinudas deleuzianas ... la perfumada albahaca nerudiana ... el crespo perejil vivaldiano... el aromático cilantro beethoviano... nos íbamos de ahí a donde el caserito Pedro a comprar los eclécticos porotos granados... o los porotos pragmáticamente verdes... el mote socialista lo comprábamos donde la Sra. Lucy... que lo sacaba de un cerro inmenso y amarillo que lo tenia en su puesto de un azul oscuro ...nos desplazábamos luego a la pescadería de don Manuel... cuyo delantal blanco siempre estaba teñido de la sangre de las jóvenes merluzas... y de la rosada piel del congrio... que los iba torturando al arrancarles sus escamas color plata ...mientras Mamá compraba ... yo hurgueteaba en los cajones del costado... a ver si me encontraba con una sirena de largo cabello de algas marinas que, tal vez, había quedado atrapada en las redes de los lejanos-cercanos pescadores de San Antonio... y estaba escondida esperando que yo la salvara ...entremedio de locos freudianos ... picorocos junguianos ... choritos wilberianos ... y ...el post-moderno cochayuyo ... (pero en verdad nunca encontré una ...la sigo buscando hasta ahora ... pero entre la nieve ... porque también hay sirenas debajo de ella ... no solo tulipanes perdidos) ... el siguiente paso que dábamos era hacia la carnicería ... yo siempre me escondía detrás de Mamá y me tapaba los ojos ...ya que para mi era una verdadera pesadilla entrar ahí... imaginaba que así debía ser el infierno... ese del cual hablaban en la escuela en las clases de religión... pedazos de cuerpos ... donde la sangre goteaba ... cuerpos degollados... cuyas lenguas vendían todavía calientes ... cabezas separadas del cuerpo ... colgaban inertes de los gigantescos ganchos ... parecía un campo de guerra de animales humanos ... que habían derrotado a otros animales no-humanos ... que gozaban ... y la boca se les hacia agua pensando en cada trozo de carne asada ... en las costillas que se comerían ... una por una ... en las empanadas con carne molida ... que era triturada en una maquinas donde se daba vuelta una manilla para que saliera por unos hoyos redondos ... en las budineras ... donde se separaba ... la sangre ... para hacer prietas ... y ... lo otro ... ambas estremecían mi cuerpo de niña y mi alma todavía pura ...la sección de los pobres pollos, gallinas, codornices... no la podía soportar... así que esperaba a Mamá a la salida en Arturo Prat viendo las frescas flores que íbamos a elegir ...que a mi se me imaginaban calidoscopios ...donde al verlas los pétalos de colores me daban una nueva configuración de las bellezas encerradas en cada una de ellas... aquí Mamá me daba una libertad absoluta... yo quería llevármelas todas... pero era imposible ... elegía a veces un ramo de perfumados jacintos azules... o uno de frescos juncos... o uno de aromo que a Mamá tanto le gustaban... si era el tiempo, Mamá siempre me compraba un ramito chiquito de perfumadas violetas... Hoy que ya tengo grande la mano... no puedo cobijarla en la de la tibieza de Mamá... ehh... dónde estás? ... estés donde estés te sigo amando!!! ... Me he quedado sin ella... y sin el Matadero de Franklin... que pobló mi infancia...pero sigo encontrando sus bellas eternas huellas !!!


Nieves Fuenzalida. Chileno/canadiense. Poeta, escritora, cronista, profesora en Filosofía y Maestría en Arte. Publicó Los 39avos fragmentos del Clan: Acerca de 4 Álamos -1 Álamo= 3 Álamos. Sus poemas están publicados en diversa antologías y revistas literarias.
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